Pigs at indoor farm in China

¿Cómo los gobiernos pueden reducir los efectos de las granjas industriales en la salud pública?

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De acuerdo con la perspectiva Una sola salud, las medidas que aseguran el bienestar animal en los sistemas de producción ya generan grandes beneficios simultáneos también para la salud humana y ambiental.

Reconocer realidades, asignar responsabilidades y promover una asignación real de costos en los precios de los productos de origen animal. Orientar cambios significativos, anclados en el debate, basados ​​en estándares mínimos para el bienestar de los trabajadores, personas y animales, privilegiando siempre las alternativas sostenibles. Hacer un uso justo de los recursos públicos, libre de una relación viciada de poderes e influencias, honrando los compromisos internacionales mutuamente establecidos. Fomentar dietas saludables para las poblaciones, ricas en alimentos frescos, más diversas en fuentes de proteínas y con menores cantidades de carne y productos lácteos. Actuar de manera integrada y resolutiva para evitar la catástrofe de la resistencia a los antimicrobianos (RAM), crisis impulsada por prácticas irresponsables aún toleradas en la producción animal.

Este es un extracto de un conjunto de 10 recomendaciones para la actuación de los poderes públicos en la implementación de políticas y acciones encaminadas a mitigar y corregir los efectos negativos del sistema alimentario que, a partir de la venta masiva de productos de origen animal, está agotando los recursos naturales, avanzando en los límites éticos y causando problemas masivos, con miles de millones de dólares gastados en la contención de daños y la pérdida de millones de vidas cada año.

Más que la mera eliminación de un sistema problemático, que ha ido creciendo en paralelo a una población cada vez más urbana, o la sustitución de una u otra pieza aisladamente, estas recomendaciones deben interpretarse como caminos para una evolución concreta. Buscan preservar la importancia del sector agrícola en la generación de empleo e ingresos en todo el mundo, pero dentro de un enfoque ético y sustentable, que considera el conocimiento científico actual y la interconexión de causas y efectos, algo propio de los sistemas naturales involucrados.

Las sugerencias están dirigidas a los encargados de tomar decisiones en todo el mundo y a los encargados de formular políticas a nivel local, regional y nacional. Los problemas abordados incluyen los más obvios y notorios, pero se enfocan especialmente en los impactos más silenciosos y menos conocidos. En el centro de la discusión está el hecho de que estos efectos, que afectan tanto a las personas como a los animales y al medio ambiente, permiten la acumulación injusta de beneficios privados de manera altamente concentrada, mientras que los daños económicos, sociales y de salud se distribuyen ampliamente.

Tanto los diagnósticos como las propuestas forman parte del informe recientemente publicado Los impactos ocultos de los sistemas industriales de producción animal. El documento global es el resultado de un esfuerzo conjunto de World Animal Protection y la consultora Tasting The Future. Fue desarrollado a partir de la recopilación de diversas investigaciones académicas y concebido según el concepto de cinco formas en que los sistemas alimentarios afectan negativamente nuestra salud, según lo descrito por la Organización Mundial de la Salud (OMS): dietas poco saludables e inseguridad alimentaria; patógenos zoonóticos y resistencia a los antimicrobianos; alimentos inseguros y adulterados; contaminación y degradación ambiental; y riesgos laborales.

Derivadas a partir de este análisis, cada una de las 10 propuestas de acción de gobierno se detalla en un apartado específico al final del informe mencionado. Las siguientes son recomendaciones generales a las autoridades:

1. Reconocer los impactos interrelacionados de los sistemas producción intensiva en la salud pública y el planeta, y comprometerse a dejar de alentarlos;

2. Asegurar que las políticas fiscales, incluidos los impuestos, y las políticas y programas sociales, las inversiones en investigación e infraestructura se alineen para reflejar los costos reales de salud, sostenibilidad y bienestar animal de los sistemas de producción animal;

3. Establecer planes nacionales para apoyar una transición justa de la producción animal intensiva a sistemas agroecológicos que produzcan alimentos sostenibles a base de plantas y críen menos ganado principalmente en ambientes de alto bienestar;

4. Garantizar enfoques integrados, participativos, transparentes y basados ​​en derechos para la gobernanza y la formulación de políticas en todos los niveles del sistema ganadero;

5. Introducir incentivos de política comercial que faciliten cadenas de valor más cortas para los productos animales y que apoyen los alimentos de origen animal agroecológicos, regenerativos y basados ​​en el pastoreo;

6. Cumplir con los requisitos de bienestar animal de Farms Initiative (Estándares Mínimos Responsables de Animales de Granja) para la producción o adquisición;

7. Terminar con los subsidios y el apoyo político a los sistemas ganaderos industriales insalubres e injustos, y redirigirlos para apoyar sistemas regenerativos, agroecológicos y pastoriles que brinden mejores resultados en términos de salud humana, animal y planetaria;

8. Comprometerse a una moratoria a las granjas industriales en línea con los planes nacionales de acción climática (conocidos como Contribuciones determinadas a nivel nacional) en reconocimiento de los impactos climáticos de la agricultura industrial intensiva;

9. Promover dietas humanas saludables y sostenibles, incluidas aquellas que contribuyan a una reducción global promedio del 50 % en el consumo y la producción de carne y productos lácteos para 2040, mediante la orientación sobre alimentación saludable y otros incentivos financieros;

10. Desarrollar planes de acción nacionales Una sola salud y planes nacionales de resistencia a los antimicrobianos que reconozcan los impactos en la salud de las granjas industriales y restrinjan su crecimiento, prohibiendo el uso de antibióticos en la producción como promotores del crecimiento y profilácticos (preventivos).

Amenaza a la salud pública

Según los estudios más recientes, alrededor de 1,3 millones de muertes en todo el mundo están relacionadas con la pérdida paulatina de eficacia de los fármacos actuales para combatir enfermedades microbianas (provocadas por bacterias, virus, hongos y parásitos). 

Las fuentes del problema son diversas, pero las granjas industriales utilizan actualmente alrededor del 75% de la producción mundial de antibióticos y juegan un papel central en el agravamiento de los riesgos. 

El uso de antibióticos en producción animal es inapropiado cuando ocurre de manera rutinaria (frecuente), profiláctica (preventiva) y masiva (en rebaños completos). Lo ideal es que sea puntual y en individuos específicos con infección confirmada. También es inadecuado su uso cuando se pretende acelerar el crecimiento de los animales. Estos usos son problemáticos porque contribuyen al proceso del surgimiento de bacterias cada vez más resistentes a los medicamentos, conocidas como superbacterias

En Europa, por ejemplo, ya existen normas bastante restrictivas con respecto a estos usos indiscriminados de antibióticos. World Animal Protection promueve que los animales de granja deben criarse en sistemas libres de crueldad, humanos y sostenibles donde se satisfagan plenamente sus necesidades. Esto asegura que sean más resistentes a las enfermedades y que no sea necesaria la dosificación rutinaria de antibióticos.