Enfrentando las heladas en Perú

En Protección Animal Mundial ya conocíamos el área porque hemos trabajado antes en la zona asistiendo a los animales afectados y conocíamos el sufrimiento que estaban enfrentando. Por esto llevar alimento para más de 30,000 alpacas que pertenecen a grupos indígenas Aymara que viven a seis horas de centros de población y que difícilmente pueden recibir ayuda durante este tipo de emergencias. Además de los alimentos, llevamos algunas medicinas básicas, y, apoyados en las recomendaciones de nuestro aliado, la Dirección Regional Agraria de Puno (DRAP), nos armamos con antiparasitarios externos y lo necesario para poder asistir a algún animal débil.

Tras coordinar las labores de asistencia con el Ministerio de Desarrollo Rural Agropecuario de Puno (DRAP), acompañamos a los distribuidores en sus viajes a las zonas remotas de Putina y Carabaya saliendo de Puno a las 4 a.m.

Los reportes del DRAP y de líderes comunitarios me alertaron de que había muchos animales débiles y con problemas de pérdida de fibra en el área a la que íbamos. Optamos por llevar algunas medicinas básicas, y nos armamos con antiparasitarios externos y lo necesario para asistir a algún animal que nos encontráramos durante la distribución de alimento.

Con snacks, agua, gasolina extra, paciencia y abrigos, salimos de viaje. Durante el recorrido íbamos viendo los contrastes de los diferentes pueblos y paisajes: desde los pescadores, vacas, caballos y aves en el lago Titicaca, a eso de 3000 msnm, pasando por los humedales, glaciares, cultivos de papa y las ovejas a los 4000 msnm, hasta las tierras áridas y quebradas por la minería no regulada.

Un poco más allá, en los picos altos de frío extremo, se encuentra el territorio de alpacas y vicuñas, de cuya fibra y carne dependen los dueños para sobrevivir. Cada pérdida significa mucho para ellos, por lo que pueden caminar hasta 10 kilómetros diarios con sus animales en busca de alimento. Casi todos los animales estaban a un 50% de su peso ideal, lo que hace vulnerables a las madres y a sus crías. Era imperioso tomar medidas de recuperación y rehabilitación.

Mejorando vidas

Cuando llegamos al punto de entrega, en el punto más alto del camino, nos esperaban algunos productores, quienes nos recibieron con grandes muestras de agradecimiento. Mientras descargábamos las pacas de heno, veíamos a lo lejos a más productores salir en moto o bicicleta de sus ranchos para llevar pacas para sus corrales.

En ese momento, una familia nos pidió ayuda pues sus animales tenían problemas de pelo y estaban muriendo.

Con la guía de un niño pequeño nos movilizamos entre humedales y cerros sin caminos. Al llegar, nos encontramos con 100 alpacas resguardadas por hombres muy serios y con los seños fruncidos, en un corral hecho de retazos de tela y bolsas plásticas.

Tras la inspección, me percaté de que las alpacas sufrían de una infestación de sarna, causada por parásitos externos. Mientras les tratábamos sus lesiones, la seriedad de las personas mudó en sonrisas y amenas conversaciones, en las que nos contaron sus planes para mejorar sus vidas y las de las alpacas.

En estas zonas de climas extremos y poco alimento, expusimos ante las municipalidades y las autoridades distritales  varias medidas para enfrentar mejor heladas como estas, que pueden suceder otra vez en los próximos años a causa del cambio climático. Entre esas soluciones están los invernaderos subterráneos, los albergues para hembras y crías, la producción alternativa de pastos y legumbres, la creación de pozos de agua y bebederos, y sistemas de pastoreo y manejo holístico del rebaño para mejorar la producción de pastos nativos.

Pero más allá de los modelos, se necesita el compromiso y fondos del gobierno local, y en eso estamos ahora: ofreciendo información para que alguna o varias de estas propuestas puedan implementarse en sus programas comunitarios.

Mientras conversaba con aquellos productores, me daba cuenta de que no solo había ayudado a los animales a sobrevivir, sino que había dado una esperanza y una razón para sonreír a personas que normalmente dependen de sus propios esfuerzos, y que esta vez toparon con extremas dificultades. Hoy, al menos, sonreían porque alguien se interesó en llegar a su casa y darles una mano. Por experiencias así es que trabajamos en World Animal Protection.